(*Texto inspirado en la consigna de contar la vida como se le cuenta una mentira a un chofer de un taxi)
Soy secretaria, señor. Secretaria pero no cualquier
secretaria de esas que atienden el teléfono, anotan un turno y nada más, eh.
Soy Secretaria de Presidencia de una importante firma de logística. ¿Qué si le
puedo decir cuál? Si, Richiardelli Hermanos SRL. ¿La conoce? Seguro vio alguno
de nuestros camiones ploteados alguna vez. Usted está en el transporte. Más
urbano claro, pero los taxistas deben prestar atención a otros transportes. La
empresa es una pyme argentina, a la que le está yendo, bueno… como a todas las
pymes de la Argentina, se imaginará. Pero aún así hace 39 años que están en el
mercado. Y que diga transporte no significa que sea aburrido, eh. Para nada.
Tengo a cargo toneladas de cosas. Usted ni se imagina lo que es mi trabajo.
Llegan papeles con pedidos, hay que llenar acoplados de camiones que
transportan desde alimentos hasta automóviles, y yo me encargo de gestionar
todo eso. Si, si. Se perfectamente cuántas cajas llenas de paquetes de arroz
entran en un camión de 5000 kilos o hasta cuántos coches puede llevar otro de
esos que transportan cero kilómetro. ¿Qué si me dedico a las matemáticas? Para
nada, señor. Me llevo pésimo con las matemáticas, pero soy una mujer obsesiva
con todo lo que hago. Y acá se trata de hacer estimaciones, despachar cantidades,
coordinar con el chofer del camión, la empresa del producto y avisarle al señor
Richiardelli los movimientos de los camiones del día. El señor Richiardelli
tiene 55 años y tiene toda la confianza en mí para este trabajo. También me
encarga cosas personales, porque como le dije, soy Secretaria de Presidencia y
él, es el presidente. Él y su hermano, Ramirito, que es más joven y un tiro al
aire, así que no está nunca en la empresa y el señor me encargó que no le
tomara ningún recado tampoco. Él me quiere para sólo para él. Yo por el señor Richiardelli, lo que sea. Es
amoroso, realmente amoroso. Y muy buen mozo. Me regala flores para la primavera
y bombones de confitería para el Día de la Secretaria desde hace siete años,
que es el tiempo que hace que estoy en la empresa. A veces me regala otras
cosas, pero eso a usted ya no le importa. Es muy generoso, Roberto, digo, el
señor Richiardelli. ¿Qué si es casado? Si, si, es casado, padre de familia,
tiene dos hijos y una mujer, que, bueno, es loca. Pero loca, loca. Loca
psiquiátrica. Así como le digo. Medicada. Se ha aparecido en la oficina
gritando y queriendo romper todo más de una vez. La última la tuvieron que
sacar con el SAME porque le dio como un ataque. A mi me gritó de todo: yo no
entendía nada, y me quedé ahí, detrás de mi escritorio, congelada. Hasta que se
me avalanzó y me quiso agarrar de los pelos, mientras gritaba putitademierdayotevoyadarquetemovesamimarido.
Loca, loca. Pero bueno, salvo cosas como esas, en la empresa es siempre más o
menos lo mismo. Entro a las 8, salgo a las 5, me tomo el 39 y llego para las 8
a Montserrat. Pero en general si hay mucho trabajo y el señor Richiardelli lo
requiere me tengo que quedar hasta tarde, vió, hay que cuidar el trabajo, está
taaaan difícil. Y yo por mi jefe, lo que sea. ¿Qué si hoy hubo mucho trabajo? Y
si, hoy fue uno de esos días. Hubo
que trabajar tanto que se nos hizo un poco tarde, por eso tomé este taxi. Uy,
pero mire usted, ¿ya las dos y media de la mañana? Se me pasó volando. Es que
cuando estoy trabajando, se me pasa el tiempo. Soy una mujer obsesiva con lo
que hago, ¿ya se lo dije, no?
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